miércoles, mayo 28, 2008

A m a n e c e r

Desperté un nuevo día exhalando bocanadas de humo que se desvanecía por la habitación. Mis gruesos dedos agarraban con fuerza la tela que cubría mi cama, no la soltaban, el frio acechaba. Y, cantó el gallo, me estremecí con el sonido que emitió por su pico, recorde las trompetas que llamaban a la tropa al frente. Era la hora, las tablas hinchadas y enmohecidas crugían y rechinaban al paso de la brisa gelida de la mañana. Seguia disfrutando del calorcito acumulado bajo la manta, sufria con solo pensar en apoyar el pie en el suelo y el escalofrio consiguiente que recorreria mi cuerpo, pero me tenia que dar prisa o la pesca se esfumaría.